Varios indicios podrían hacernos interpretar el viaje de Bego Antón por Islandia como una investigación paracientífica, a la búsqueda de los seres fantásticos que habitan la isla, pero lejos de intentar probar su existencia y empujarnos a tener fe en ella, nos acerca a la comprensión de la creencia y de sus creyentes. Veamos cómo este desplazamiento del creer a un entender abierto se da desde la primera mirada al libro.
En la cubierta, líneas plateadas dibujan la cabeza de un unicornio. En la contracubierta, un caligrama sentencia “todo existe, todo es verdad”. Conclusión apresurada: los unicornios existen. Matiz necesario: pese a la rotundidad de la sentencia, se omite el tipo de existencia o de verdad a que se hace referencia.
El dibujo es un unicornio. Lo identificamos a primera vista sin que sea necesario haber visto alguno, es suficiente con la experiencia de los relatos en los que está presente.…
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