En los meses del confinamiento provocado por la primera ola de la pandemia de coronavirus en 2020, nos vimos obligados a negociar muchos aspectos de nuestras vidas y acostumbrarnos a nuevas situaciones de forma apresurada. Durante este tiempo también perfeccionamos varias facetas del acto de mirar. Mirar y leer las noticias a diario para estar informados de la evolución de la pandemia se convirtió en un hábito. Hubo gente que dedicó gran parte de su tiempo libre a mirar vídeos, desde películas y series a clases de fitnes online y tutoriales de YouTube. Otras personas comenzaron a observar su entorno y se percataron de detalles que habían pasado por alto en sus rutinas diarias antes de la pandemia. La vida misma se convirtió en algo digno de observar, desde la distancia, mediada por imágenes, pantallas y dispositivos. Aunque la gente comenzó a prestar más atención a su entorno exterior —y posiblemente disponía de más tiempo para contemplar la naturaleza o escuchar atentamente a su alrededor— el confinamiento domiciliario puso de manifiesto la imposibilidad momentánea de acceder a los espacios, a las personas, a los encuentros y, en definitiva, a lo que solía ser normal.…
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