fbpx
Apoya
a LUR

La (no) idealización del paraíso

Ros Boisier

A veces la pulsión de nuestra voz interior se torna incómoda y demandante. Y reparar en ella podría encaminarnos en una búsqueda incierta no exenta de desvelos existenciales. Bernardita Morello responde a su voz interior fotografiando sin limitaciones, dispuesta a empaparse de la emoción que conlleva descubrir algo nuevo cada día. Las fotografías de eden son el testimonio de esa búsqueda en la que Morello recorre su paraíso personal hecho de retazos de distintos lugares con los que cartografía su experiencia y cuestiona la idealización de la felicidad o de su propia felicidad o de la felicidad misma, para ofrecernos en una meditación silenciosa (sólo con imágenes) la posibilidad de perdernos por esos territorios dispares que apenas se rozan: escenarios antagónicos que conforman un paraíso hecho a medida.

¿Cuál fue la idea de paraíso que tenías como referencia para construir el imaginario visual de eden, aquel que te ayudó a dirigir la mirada? ¿Cuáles fueron esos conceptos clave que te llevaron a trabajar en relación al paraíso?

Hoy, después de 10 años de haber realizado mi primer proyecto fotográfico, puedo decir que cada trabajo que emprendo está fuertemente ligado a mi momento vital y que comienzan por pura intuición, es al hacerlos que empiezo a comprender de qué tratan. eden llegó en un momento de muchos cambios en mi vida: cambio de país; cambio de rutinas; mucha soledad y un cambio interior que yo estaba buscando. Tuve la suerte de poder pasar unos cuantos meses descubriendo una nueva ciudad, Utrecht, y dedicarme solo a fotografiar. Cada día salía con la cámara sin saber qué buscaba realmente, pero fotografiaba. Y fue este nuevo lugar el que me inspiraba constantemente esta idea de paraíso: sus parques tupidos; la luz filtrada por las nubes que da colores tan vívidos; los animales sueltos; la supuesta perfección que flota en el aire. En aquel momento yo me planteaba mucho la idea de felicidad: vamos tan cegados persiguiéndola que nos olvidamos por completo de disfrutar y de apreciar lo que tenemos enfrente de nuestras narices. En mis paseos tenía estas cosas en la cabeza y junto a ellas una gran necesidad de rebelión hacia mí misma. Así comenzó eden, en plena libertad y con una fuerte búsqueda interior que me guiaba.

¿Por qué decidiste viajar a otros lugares para buscar el paraíso y no descubrirlo en la cotidianidad de tu mundo más próximo? ¿De qué te ha dotado el viaje para el desarrollo de tu trabajo?

El viaje a Holanda no fue algo planeado expresamente para hacer las fotos de eden, fue solo un cambio de vida y casualmente el momento que marcó el comienzo de este trabajo. Luego de esta experiencia holandesa tuve que volver a Madrid por trabajo y en ese preciso momento viví una crisis muy fuerte que me empujó a emprender otro viaje: esta vez sí fue una decisión tomada conscientemente para fotografiar. Sentía una gran necesidad de estar conmigo misma y entender algunas cosas. Decidí seguir experimentando todo lo que estaba sintiendo y viviendo y fotografiarlo. El destino fue Latinoamérica, quise volver a Bolivia, un país que me fascina y donde sabía que la idea de paraíso no estaría tan latente como en Holanda. Fotografié sin parar. Mi búsqueda era siempre la misma, pero mi manera de mirar había cambiado. No me interesaban los lugares ni la gente, iba buscando poder conectarme conmigo misma y sacar todo lo que estaba viviendo.

Quisiste que la espontaneidad en el acto fotográfico fuera una constante en tu metodología de producción ¿con qué referencias visuales o literarias acompañaste tu proceso creativo?

eden comenzó también con un cambio de cámara. Me había cansado del medio formato con él que había realizado mis anteriores proyectos, sentí la necesidad de ser más rápida, de no pensar antes de fotografiar, necesitaba ser más espontánea y decidí comenzar a usar una cámara compacta. En este proceso de búsqueda de la espontaneidad sí que hubo una persona que me acompañó (y me acompañará siempre): la escritora Clarice Lispector. Su manera de vivir la literatura me inspiró y me guió. Nacida en Ucrania y criada en Brasil, fue una de las mujeres más influyentes de la literatura del siglo XX en Brasil ya que quebró con el estilo tradicional y abrió las puertas a la modernidad. Su obra es una búsqueda del lenguaje, le daba mucha más importancia al cómo se mira que al objeto mirado, era su obsesión. Leerla es como estar en un monólogo interior, es íntima. “La literatura no es literatura: es vida, es vivir” decía. Al leerla, a veces me da la impresión de que sus textos brotan de su cabeza sin intervención alguna, como si escupiera las palabras, sin pretensiones, sin filtros. Sin pensarlo mucho decidí dejarme influenciar por todo esto, quería conectarme de otra manera con la fotografía, quería hacer lo que me saliese, sin pensar, ser más libre a la hora de mirar.

La secuencia fotográfica del libro está dividida en tres capítulos en los que cada uno de ellos posee una puesta en página diferente. ¿Qué has querido comunicar al hacer una propuesta tan arriesgada? ¿Podría contarnos en qué consiste cada capítulo?

Luego de un año de edición, trabajando sola y con una idea más clara de lo que quería hacer en el libro, decidí trabajar con un diseñador y tuve la suerte de poder hacerlo con Eloi Gimeno. No puedo estar más contenta de haberlo hecho con él, nos entendimos muy bien desde el primer momento. Yo tenía claro que quería estructurar el libro en tres capítulos y lo que quería expresar en cada uno. Fue Eloi quien encontró la manera acertada de hacerlo. El primer capítulo evoca la idea de paraíso, paraíso-falso, es el imaginario, por eso las imágenes están en la parte superior, es lo que uno desea. En el segundo empieza a derrumbarse la mirada inocente del paraíso y el enfrentamiento con la realidad. Recuerdo que le dije a Eloi que quería que este momento fuese como una catarata de imágenes, quería que se sintiese el peso del agobio, que no diera respiro, con imágenes a sangre. Y no podría haberlo entendido mejor: cuando me propuso esa puesta en página me pareció una locura pero hoy es la parte más importante del libro y me gusta tanto que la trasladé a la pared en exposiciones. Y el tercer capítulo vendría a ser como la reconciliación, la aceptación de las cosas tal como son después de la explosión, por eso las fotografías están en la parte inferior, porque es estar con los pies más firmes en la realidad. Extrañaré mucho no poder volver trabajar a con Eloi. No conozco a nadie que tenga su genialidad.

¿Qué ha significado para ti la realización de este proyecto?

Este proyecto sin dudas marcó un antes y un después en mi fotografía. Es un trabajo muy íntimo, que nació desde un lugar totalmente nuevo para mí. Con él sentí realmente establecer una línea recta y transparente entre lo que hay en mí y lo que hay afuera y creo que marcó un cambio muy importante en mi manera de mirar. eden me ayudó a entender lo que estaba viviendo, las fotos comenzaron a llegar solas en el mismo momento en que la idea que yo tenía de mi vida comenzaba a desmoronarse. Con eden me enfrenté a esa manera de mirar el mundo, para dejarla atrás y comenzar a mirar de otro modo.

¿Sobre qué ideas y/o imágenes estás trabajando en la actualidad?

Actualmente estoy trabajando en dos nuevos proyectos. Uno de ellos, La casa grande, trata sobre mi familia en Patagonia. Cada verano argentino voy de visita y hago fotos, muchas fotos de la vida cotidiana y del entorno, me ayudan a entender un poco nuestro frágil presente familiar. Además, estoy con ROMA, un proyecto sobre mi familia actual, mi pareja y mi hijo. Comencé a desarrollarlo estando embarazada y en este momento estoy trabajando en su edición. Aun es difícil explicar de qué trata, podría decir que es un aferrarse al entorno más cercano por miedo a perderlo, por percibir la fragilidad que se respira en el aire constantemente, pero no lo tengo del todo claro. Trabajar en él me guía, he aprendido a tener paciencia y a darme el tiempo que necesito para entender lo que busco en cada proyecto. Al final todo es una búsqueda, ¡espero que nunca termine!


Ros Boisier (Temuco, Chile, 1985) es codirectora de LUR y del sello editorial Muga. Doctoranda en Investigación en Arte Contemporáneo en la facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco y máster en Producción e Investigación en Arte por la Universidad de Granada. Su principal línea de estudio es la fotografía contemporánea y su desarrollo histórico y artístico a través del fotolibro.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Dona