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De zorras, perras, víboras y arpías siguiente

Ros Boisier
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Encuentro con Gabriela Rivera Lucero

Gabriela Rivera Lucero reflexiona sobre la violencia verbal hacia la mujer en su proyecto Bestiario. Una serie de autorretratos con máscaras que la propia autora fabrica con restos de animales para el consumo alimenticio. Bestiario surge al cuestionar el lenguaje popular que denigra a la mujer al vincularla con animales a los que hemos otorgado una condición ficticia, concebida para el insulto. El proceso de confección de las máscaras no se oculta porque el cosido, el bordado o el engrapado de pieles, vísceras y entrañas es también parte de la performance y del discurso. Rivera encarna a esos personajes femeninos que hasta entonces solo existían en una fábula de ánimas sin rostro que no entiende de etnias ni clases sociales.  

¿Cómo surge la idea de dar ‘vida’ a algunas expresiones lingüísticas populares con las que se denigra a la mujer en Latinoamérica? ¿Quiénes son las protagonistas de Bestiario?

La idea surge de mi experiencia vital; he sido increpada y llamada de manera insultante “perra”, “zorra” y “víbora”. Desde esa vivencia personal, que me molesta profundamente y que resulta tan cotidiana, me fui dando cuenta de que era una constante en la vida de muchas mujeres, así como de las disidencias sexo-genéricas. Me habían tratado de zorra y me había dolido, pero ¿por qué me afectaba? Y empecé a advertir lo común que es referirse a las mujeres de esa manera: las palabras utilizadas para herirlas eran nombres de animales o bestias. Para mí debería ser justamente lo contrario, deberían representar algo que te honre, no que te degrade. El uso de este lenguaje está enquistado en el sistema androcéntrico, ha sido capaz de depredar la naturaleza y considerar a los cuerpos animales, como criaturas a ser explotadas y, por ende, inferiorizadas.

Las protagonistas de Bestiario son las mujeres, las disidencias sexo-génericas y las corporalidades que han sido excluidas por la heteronormatividad y el androcentrismo occidental. Son todas aquellas a quienes nos han juzgado por nuestro cuerpo (cerda, vaca, morsa, ballena), por nuestra conducta (víbora, perra, zorra), por nuestra salud mental (locas como cabras), o por nuestras capacidades cognitivas (burras, pavas), entre otras.

Cada acción que llevaste a cabo para construir Bestiario está cargada de coherencia discursiva: la elección de los animales a representar; la confección de las máscaras con restos de animales para el consumo alimenticio mediante el cosido, el bordado o el engrapado; y, posteriormente, la creación de un cuerpo de obra que responda a una serie de autorretratos. ¿Por qué decidiste retratarte a ti misma con las máscaras y no fotografiar a una mujer diferente que encarnase a cada animal? ¿En qué medida se habría modificado el mensaje de Bestiario si no hubieras trabajado con el autorretrato?

Son varios factores, Bestiario surge desde la experiencia personal, y es desde ese lugar que me resultaba necesario y pertinente que se vincule a una instancia ritual intimista y a un experienciar del propio cuerpo, desde lo performático. Lo que derivó en el autorretrato como un acto de percibir en mi propia piel y sentidos esas corporalidades animales que evidencian el sistema capitalista de alimentación cruenta. Son cuerpos de animales que la gente consume habitualmente (pollo, vacuno, pavo, cerdo y pescados diversos), cuerpos a los que no se les confiere importancia, que son criados por grandes empresas en condiciones deplorables y a los que tampoco se les concede duelo al ser asesinados. Estas corporalidades no representan una alimentación de primera necesidad y se tornan en mercancía, hay ausencia de un ritual o necesidad alimenticia, como quien caza un animal por sobrevivencia o por una variable de cohesión social de la comunidad. No, por ejemplo, cuando el camélido llama es sacrificado durante el ritual del Floreo de llamas en la cultura aymara, sino que paradójicamente son muertes sistemáticas donde se elimina toda presencia de lo mortuorio, del ciclo de muerte-vida. Para eliminar ese componente mortuorio se venden las carnes troceadas, fragmentadas, en las que se ha desdibujado el origen del cuerpo animal para evitar sentir dolor, agradecimiento o sensación alguna que nos conecte con esa criatura que ha sido privada de su vida.

En los inicios del proyecto, en el año 2011, cuando aún no le daba la forma definitiva a la serie fotográfica, comencé a autorretratarme ya que nadie quería posar para mí poniéndose las máscaras de piel o de vísceras animales, les daba asco. Es decir, lo que en un inicio realicé por necesidad, cobró un sentido inesperado, adquirió más fuerza, y progresivamente se fue relacionando a mi experiencia performática: al sentir y cubrirme rostro y cuerpo pude compenetrarme con la materialidad, agradecer a esos cuerpos asesinados, y unirme con ellos.

Bestiario es un trabajo crítico y arriesgado que confronta radicalmente al espectador, tanto como imagen como discurso. Cuando estabas creando la serie ¿pensabas en un público objetivo al cual hacer llegar tu mensaje? ¿Cuál y por qué?

Al realizar proyectos artísticos siempre pienso que el público al que me interesa llegar es amplio, diverso y plural en cuanto a sus afinidades estéticas y saberes, por lo que es un desafío poder construir obra que aúne contenido profundo y, sobre todo, que esa profundidad sea entendible para una persona sin conocimiento alguno en arte contemporáneo, filosofía, sociología, etc. En Bestiario seguí esa premisa. Intenté generar una obra visualmente atrayente que, pese a su aspecto repulsivo, llamara la atención, intrigara y generara interrogantes.

Y reitero, no me interesa que Bestiario, como ninguno de mis proyectos, sólo se dirija a un determinado público porque siento que ello hace hermético los procesos artísticos y promueve la reproducción de un sistema del arte snob, de élite y que apela a ciertos conocimientos culturales. Pero uno de los aspectos que no dimensioné, y que me agrada enormemente, ha sido ver la reacción de espectadores que consumen carne y que les repele ver las fotografías; esas mismas carnes que ellos consumen al verlas crudas y descontextualizas no lo pueden soportar, no lo toleran, y es esa fisura la que le da tanto sentido al proyecto, porque evidencia la hipocresía de la sociedad. El público siempre me sorprende: algunas veces se genera tensión; otras, cuestionamientos e incertidumbre, me hacen preguntas: esa repugnancia que sienten por la obra no induce al silencio sino que abre diálogos.

¿Qué referencias te ayudaron en tu proceso de creación e investigación para llevar a cabo el proyecto?

Mis referencias no vienen sólo desde artistas visuales o teóricos del arte y la cultura, sino que se nutren de experiencias cotidianas, de frases del lenguaje popular que encierran convenciones sociales y prejuicios. Una imagen que me marcó en la adolescencia, y que es un  referente para Bestiario, es la figura de Xipe Totec, deidad de la cultura Tolteca, vinculada a la primavera, la fecundidad y a la renovación de la Tierra. La vi por primera vez en el museo de Arte Precolombino en Santiago de Chile hace más de 25 años y cada vez que lo visito disfruto contemplándola. La figura es perturbadora a simple vista: es una cerámica de un metro de altura aproximada que presenta un cuerpo masculino con una piel de mono sobrepuesta. Bajo la piel se ve el cuerpo humano, manifestándose como una criatura híbrida con dobles manos y pies, un ser entre humano y animal.

También han sido relevantes imaginarios provenientes del cine, como la película del estadounidense Tobe Hooper, Masacre en Texas (1974). En particular la extraña figura del personaje Cara de cuero, quien porta una máscara de piel humana hecha de parches con costura desordenada como Frankenstein. O la película del cineasta francés Georges Franju, Ojos sin Rostro (1960), que aborda de una manera muy distinta el uso de la máscara. De esta película me interesa su protagonista y la relación que ella mantiene con sus animales enjaulados, en particular con los perros guardianes, los cuales permanecen encerrados de día y liberados durante la noche por su padre. Esta mujer ha sufrido un accidente y ha quedado desfigurada, su padre, un prestigioso médico la confina en casa mientras intenta reconstruirle quirúrgicamente el rostro. El encierro de la protagonista y sus perros crea una atmosfera agobiante, exagerada también por la ferocidad que muestran los caninos cuando los pacientes del padre van a la casa. Entre humana y animal había tanto afecto y sobre todo una compenetración tan profunda que me parece fascinante.

Una referencia muy importante a nivel conceptual es el trabajo de Julia Kristeva y la noción de lo abyecto como una sensación visceral que emerge desde lo físico que conlleva a replantearnos más allá del propio cuerpo, a revisar tabúes y a desestabilizar el orden social.

Actualmente, para la nueva fase de Bestiario, estoy leyendo a Rossi Braidotti y la reinterpretación que realiza a la obra de Deleuze sobre el devenir animal, que para ella es devenir mujer/animal/insecto, donde es decisivo el cuerpo femenino y la narración de un cuerpo localizado, que se metamorfosea para devenir animal no como una degradación de su cuerpo humano, sino como una posibilidad de fluir y unirse a un cosmos. Y en lugar de sentirse monstruosa por esa metamorfosis, se sublima y enorgullece de la misma.

¿Qué ha significado la realización y difusión de Bestiario para tu desarrollo personal y artístico?

La realización de Bestiario ha sido fundamental en mi desarrollo personal y artístico en cuanto a un proceso de reflexión permanente, de investigación constante, de lecturas diferentes. Me planteo desde las diversas teorías feministas o la búsqueda de referentes que indaguen en lo abyecto, monstruoso y siniestro, hasta el quehacer artístico reflexionando sobre procesos que impliquen trabajar con la autobiografía, el autorretrato fotográfico como discurso político. Me ha permitido también salir del rol de la fotógrafa como voyeur, ya no capturo al/la otro/a pensando en la violencia que pudiese implicar el acto de fotografiar, sino que me ha posibilitado ver la fotografía con un profundo respeto a ese otro/a fotografiado, al ser yo misma la capturada.

Y a nivel de praxis artística ha sido una forma de reunir conocimiento técnico y científico que me apasiona. En primer lugar, fortalecer conceptos, aplicarlos progresivamente al dibujo en el diseño de las criaturas que darán paso a la generación de las piezas tridimensionales para trabajar la máscara y/o envoltorio. Posteriormente, realizar procesos de costura, parchado y zurcido, que en la sumatoria total me han permitido realizar las tomas fotográficas. La multiplicidad de procesos y diversidad de capas que se respiran en la propuesta es lo que más satisfacción me ha dado.

En lo relacionado a la difusión, el proyecto, pese a su contenido complejo de digerir, se ha logrado visibilizar en circuitos académicos, museos y galerías en Chile, Argentina, Brasil, España, y también en sitios web de fotografía, destacando la plataforma Foto Féminas, de mujeres fotógrafas latinoamericanas. El proyecto ha ido de a poco logrando financiamiento para seguir desarrollándose. Con las dificultades propias del mundo de las artes visuales en Latinoamérica, y con una colección como Bestiario que no pretende agradar, para mí es un reto superado y un logro conseguido. Además, estoy preparando una publicación que espero lanzar a finales de año gracias al financiamiento del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile, y que pude conseguir debido a la exhibición de Bestiario en el festival Photoalicante en España. La difusión de Bestiario va abriendo puertas que posibilitan dar más cuerpo y continuidad al proyecto.

Me ha resultado estimulante también otros aspectos del proceso de difusión relacionados al alcance de la obra y cómo esta excede el campo de las artes visuales y la fotografía, para llegar a otros espacios de divulgación, algo inesperados para mí, como artículos, notas o citas realizados por investigadores de las ciencias sociales que tratan principalmente de los feminismos y de otros estudios sobre animalidad. Cada cierto tiempo me escriben para solicitar autorización para publicar alguna foto de Bestiario en un artículo académico o relacionado a dichas áreas.

¿Sobre qué ideas y/o imágenes estás trabajando en la actualidad?

Actualmente estoy trabajando en varios proyectos a la vez. Continuo una investigación que desarrollo desde 2014 en torno a las maternidades y cuidados desde mi experiencia como madre en la crianza de mis dos hijas tratadas en el proyecto Modificaciones Corporales de la Infancia: Reliquias del Tejido Dental, que indaga en los procesos de cambios corporales, la caída de la dentición decidua o dientes de leche como autonomía y muerte de una etapa, el destete y desapego, así como la simbología presente en el guardado de los dientes de leche como un ritual matrilineal. También abordo los cuidados desde mi propia crianza en Mater Parca/Jiwaña Mama, propuesta de investigación y creación fotográfica que desarrollo desde 2018 que busca ahondar en el linaje y la maternidad desde filiaciones que exceden lo sanguíneo y que van por una matrilinealidad que se gesta desde los cuidados y la acumulación de saberes ancestrales de quien me crío junto a mi madre en la primera infancia y adolescencia, Hilda Callasaya Mamani. Con Mater Parca/Jiwaña Mama reflexiono sobre el trabajo de los ‘cuidados’ tradicionalmente asignados al género femenino e incorporo los factores de clase y raza para visibilizar ciertas fisuras propias del Chile neoliberal donde quienes trabajan en el sector son muchas veces mujeres indígenas o migrantes. Es una propuesta performática que utiliza la fotografía documental para honrar su memoria y que me relaciona con su territorio de nacimiento y deceso en la comunidad aymara de Parca en Chile.

Y finalmente, continúo trabajando en la ampliación de la serie Bestiario diseñando nuevas criaturas que quiero agregar a mi repertorio, como son la foca, morsa, ballena, vaca, burra, cabra y rata y que presentaré como Trabajo Fin de Máster para el máster de Fotografía que estoy estudiando actualmente.


En esta sección de entrevistas breves Ros Boisier nos acerca la obra de autoras y autores que poseen un trabajo fotográfico de interés.

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