La noche en la que todas las bestias son pardas
Enrique Lista
Cuando se nos anuncia una procesión nocturna y tenemos pistas de que va a procesionar ante nuestros ojos una troupe animal, podemos tomar como horizonte para una lectura distendida aquello de “la noche en la que todos los gatos son pardos” (sea expresión del refranero español o de la identidad entre objeto y sujeto en su indiferencia, que Hegel rechazaba). Este tipo de expectativas caricaturescas tiene después de todo su utilidad, especialmente cuando empiezan a fallar: ni todas las fotografías del libro son nocturnas, ni en todas aparecen animales, pero además ninguno de ellos es un gato, y el ‘horizonte’ solo puede aludirse en el sentido figurado en el que lo hemos usado. Por contraste, apreciamos que todos los animales que aparecen son salvajes (incluyendo algún cachorro humano), frecuentemente emboscados en una densa maraña vegetal (en ocasiones la única protagonista), sin horizonte ni cielo. Pero la caricatura inicial también nos sirve para apreciar detalles en sentido afirmativo, pues efectivamente todas las bestias tienden aquí a ser pardas: muchas imágenes no solo son ‘imperfectas’ en términos de definición, encuadre, fijación del movimiento o iluminación, es que muchas de ellas están ‘sucias’, incluso ‘muy sucias’, empastadas en texturas y tonos terrosos o azulados que se confunden con el ruido vegetal de fondo.…
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