Dice el refrán que quien espera desespera. Pero a los refranes, como a las supersticiones, conviene llevarles la contraria. Y eso es, entre otras cosas, lo que ha hecho Txema Salvans en esta segunda entrega de The Waiting Game. Para ello, ha recorrido ríos y acequias, se ha dado un paseo por el lado anodino de las zanjas y los canales. Lugares, todos, donde parece haberse inaugurado una nueva bucólica de los arrabales. Una bucólica precaria, paleoindustrial, improvisada, dominguera.
Y es que esto va de ponerse a pescar sin el glamour de las embarcaciones deportivas, sin la intrincada belleza de los meandros o el espectáculo glaciar de algunos lagos, sin las sofisticaciones de la técnica y los anzuelos, sin la épica jactanciosa de las grandes capturas. Esto va del gusto que da apañárselas con poco. Esto va de ver pasar el tiempo y de quedarse hipnotizado.
Tiempo e hipnosis. De un lado, la pausa, la inmovilidad.…
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