Los libros hay que leerlos tan pausada
Henry David Thoreau
y cautelosamente como fueron escritos
Cada día empleamos metáforas gastadas y expresiones comunes que sabemos no se ajustan a nuestros conocimientos. Hablamos todavía de la salida o de la puesta del sol, sabiendo que tales expresiones no se corresponden con el funcionamiento del sistema solar. En el habla existen multitud de expresiones de este tipo, asentadas en la rutina de nuestro lenguaje. Y si revisásemos a conciencia algunas palabras, concluiríamos que sus formas deberían ser otras, pues los usos que han ido atravesándolas han hecho que sus sentidos hayan variado.
Si escuchamos la palabra ‘poesía’ o ‘imagen’ y ya no digamos la expresión ‘imagen poética’ está claro que pensamos en algo maleable porque al tratar de definir su significado nos encontramos con pesos históricos y valores ajenos que nos impiden afrontarla con la serenidad adecuada, intuyendo que sus propósitos heredados no siempre servirán a nuestros juicios. Aunque también hemos de considerar que cualquier expresión referida a un terreno simbólico hace que nos encontremos con no pocos cabos sueltos.
Precisamente, los cabos sueltos es algo a lo que alude Luis González Palma a propósito de la entrevista que le realiza Ros Boisier para LUR y que le envía a Llorenç Raich Muñoz y que sirve de comienzo para el intercambio epistolar reunido en este libro. Al principio señala González Palma que, al releer su entrevista, parece que no todo está dicho como debiera o el tono no es el adecuado. Efectivamente, este libro de título Sobre la imagen poética. Correspondencia, nos sitúa en un terreno en el que el intercambio y la relación entre las palabras y sus significados va generando su propia estructura y su propio tono a medida que va construyéndose. Porque no es este un ensayo, una crónica, una prosa o un artefacto poético, sino algo que participa de todo a la vez, ya que su aspiración no es otra que la misma interacción, la comunicación personal e íntima entre dos amigos y autores que hablan de sus preocupaciones estéticas, de sus afinidades o de sus simples gustos, por lo que van apareciendo distintas referencias a entrevistas, links a canciones, conferencias, perfiles de Instagram… y una lista de nombres que sería abultado señalar aquí, con lo que estamos ante unos textos que van expandiéndose sin ningún pudor y cuya lectura debe ser, del mismo modo, un dejarse arrastrar por la corriente de sus párrafos, diversos en intenciones y formas.
Textos —fuera entonces de cualquier encorsetamiento— que nos hablan de dos autores en disposición sincera y abierta que acaban por establecer propuestas inesperadas que desembocarán en los capítulos Munch, Aforismos y El yo tachado —este último es una carta esclarecedora y sugerente de Chantal Maillard sobre las mismas correspondencias, en las que la autora aparece como parte importante en el devenir de las ‘conversaciones’—.
Hay que señalar que esta correspondencia se produce entre el 1 de mayo y el 18 de julio de 2020, dato nada anecdótico, confirmando que de no ser por el confinamiento obligado por la pandemia de la covid tal vez nada de esto habría sucedido. Y es aquí cuando hallamos una de las claves que sustenta este intercambio y que son los mecanismos aleatorios de cualquier proceso creativo, en el que el azar, el uso de un tiempo particular y espaciado y el encuentro con lo imprevisto van juntándose para determinar algo que no se pretendía de salida. Una construcción que permite pensar que el libro se ha formado desde aquello de lo que habla el taoísmo y el budismo chan, el zirán: el ‘ser así’ que se muestra espontáneamente y que está antes de cualquier aprendizaje, dejando traslucir aquello que realmente somos —concepto que incluye Maillard en su carta al hablar sobre el gesto y las melodías—. No en vano, a través de esta exposición cruda y en esa despreocupación por no tener que adecuarse a estructura alguna se aprecia muy bien el tipo de personalidad de ambos autores, lo que resulta muy de agradecer.
La obra artística que van conformándose entre un intercambio y otro es Munch: Luis González Palma utiliza algunas páginas de los diarios del pintor noruego —que Raich Muñoz le descubre— y los interviene dejando a la vista únicamente los tachados de las páginas, quedando el resto del espacio vacío. Un ‘rescate’ que resulta de algo que está antes del lenguaje, pero que igualmente pertenece al proceso, poniendo entre paréntesis, de alguna manera, todo aquello que conforma el yo. Esto alude a un despegarse de uno mismo y a experiencias más relacionadas con el acontecimiento que con el conocimiento —que conlleva una estructura reconocible—. Experiencias que son las que sustentan gran parte de estas conversaciones que, por un lado, especulan sobre los procesos creativos o de cómo se entiende una imagen, una fotografía o cualquier tipo de obra artística —cuya reflexión nos empuja a los espacios inciertos y complejos que conlleva su asimilación— y que, por otro lado, nos muestran la evidencia en la dificultad de definir esas mismas experiencias, que responden a disposiciones no siempre conocidas. De esa dificultad surge, ya al final, la llamada de Raich Muñoz a recordar el primer momento en el que ambos tuvieron consciencia de estar ante algún tipo de sensibilidad que los rebasara.
En relación con esta última idea es un acierto la recopilación del capítulo Aforismos, en el que se reúnen las definiciones sobre ‘imagen poética’ que habían ido salpicando las correspondencias y cuyo pensar paulatino había ido motivando descubrimientos continuos, sobre lo que podemos concluir que las palabras y sus significados deben ser un lugar al que ir y no un peso que se nos venga encima. Aforismos, por otra parte, que al presentarlos en una lista nos obligan casi a recitarlos, como si se tratase de una letanía que da fe del eterno decirse y desdecirse de una expresión que parece estar antes del lenguaje, como por ejemplo y por señalar algunas: “La imagen poética no es visual, sino visión”; “La imagen poética oculta la realidad que sustenta”; o “La imagen poética no es una imagen”.
Uno de los destinos de este libro, por tanto, no es otro —además del placer de dejarse llevar por los modos espontáneos del intercambio epistolar— que el de una invitación a descubrir correspondencias en todo aquello que provoca una imagen o cualquier tipo de obra artística —a pesar de la historia y de cualquier conocimiento— y que no agota su producir por cuanto sigamos arrojando nuestra mirada, nuestras palabras y nuestras voces, siempre cambiantes, en su interior.
Sobre la imagen poética. Correspondencia
Autores: Luis González Palma, Llorenç Raich Muñoz
Editorial: Muga, 2020
144 páginas
13 x 21,7 cm.
19,50 €