De entrada, para evitar confusiones, hay que reconocer que Cold war ha sido provista con los mejores valores de ese cine de belleza incontestable y contenido despiadado. Lo tiene (casi) todo. Precedida por la seducción que provocó su obra anterior, ganadora del Oscar a la mejor película en lengua no inglesa, Ida; Paweł Aleksander Pawlikowski no ha corrido riesgos. De hecho, este Cold war establece con Ida una continuidad evidente. Se recrea en parecido espacio-tiempo y por sus venas circula la misma pulsión de muerte. Ambas películas se abrazan y convergen en su último paso. Tan aparentemente distintas, se hermanan en su desenlace cosido a la misma desesperación. Otra virtud: duran lo justo. Ni un segundo de más.
Convertido en el director del momento, recordemos que Pawlikowski no es ningún recién llegado. Acaba de cumplir 62 años. De origen polaco, la mayor parte de su vida ha transcurrido en Gran Bretaña, donde se cultivó como documentalista.…
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