Todo empieza y todo acaba a bordo de una embarcación con nombre de mujer. En ese todo, marcado por una elipsis temporal de varios años, un tío y su sobrino vivirán la tragedia en primer plano, sabrán de la muerte y aprenderán —qué remedio— a vivir con ese sapo dentro. Kenneth Lonergan, guionista y director —o sea, autor al cien por cien de lo que encierra este relato—, esculpe en un tiempo masculino, un espacio de orfandad donde el elemento femenino aparece por ausencia, se impone por referencia, y su presencia siempre se antoja como algo lejano.
Manchester frente al mar es cine de personajes anodinos que calman su dolor con estupor y brotes de rabia y ansiedad. Una violencia injustificable pero comprensible y comprendida. Ese es el leitmotiv de este filme invernal, que gira en torno a la muerte en una sociedad que prefiere apostar por el escapismo y la intrascendencia.…
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