Las imágenes retornan y nos interrogan cuando la emoción y el intelecto reclaman su lectura. Las imágenes nos interrogan en su espontáneo retorno para no olvidar su sentido más elemental. Retornan para dar nitidez al recuerdo difuso asociado a esas imágenes escurridizas que alguna vez fueron percepciones intratables en nuestro intento por retenerlas. Como imágenes, esas percepciones adquiridas por el prisma de los intereses y sensibilidades personales y el aprendizaje cultural pueden ser descritas, nombradas, datadas, contextualizadas para atribuir un significado que nos permita entender por qué permanecen y cuál es su sentido. ¿Por qué recordamos?, ¿por qué no lo hacemos? Marc Augé decía en Las formas del olvido (1998) que “recordar u olvidar es hacer una labor de jardinero, seleccionar, podar. Los recuerdos son como las plantas: hay algunos que deben eliminarse rápidamente para ayudar al resto a desarrollarse, a transformarse, a florecer”. Desconozco si el subconsciente funciona con tal metódica eficiencia cuando se ejerce la jardinería, quiero creer que es así, pues tan delicada tarea no puede realizarse de otra manera que no sea con total esmero.…
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