Espacio para el pensamiento y la reflexión crítica sobre el sentido y el significado de imágenes de la pandemia del covid-19
Graciela De Oliveira
En este nuevo destino de viaje aterrizamos, de noche, sobre la azotea de un edificio en Lima para asistir a la muestra fotográfica (Ir)real de Morfi Jiménez: una serie de proyecciones de fotografías analógicas con el fondo del paisaje nocturno de las torres del San Isidro District.
El proyecto alude al distanciamiento social y a la sensación del fotógrafo de percibir que lo que está sucediendo es algo impensable como realidad.
Anoto en mi bitácora de viaje:
(Ir)real, puede tener el ‘ir’ entre paréntesis porque la gente está encerrada en sus departamentos y es un verbo poco conjugado en estos días.
Pero, también ese paréntesis podría estar conteniendo un deseo solapado de ir a lo real.
Porque, si bien esta fotografía se titula Mis padres y es parte de un proyecto artístico, al referir a una realidad global puede encarnarse como una consecuencia o una respuesta local ante la situación pandémica generalizada.
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Llama la atención del sentido permanente y constante de la elaboración de la imagen desde el pensamiento social; pasa por la realización de fotografías a quien queremos fotografiar con la particularidad ahora de la mascarilla, lo cual pasa por ocultar parte del rostro. En un futuro, la lectura de retratos con mascarillas, supondrá interpretaciones múltiples ante la imaginación de una sonrisa o el trazado de un rostro. En nuestro imaginario colectivo muchos de los que observábamos las mascarillas en las imágenes del siglo XIX suponía un enmascarado cuyo atuendo representaba a alguien que irrumpía la ley; a futuro se hablará de un periodo del siglo XXI donde la mascarilla era para no contagiar ni contagiarse en la vida social, cuyos retratos hablaran sobre imaginar esos rostros.
1 – Antes de leer sobre (Ir)real: una fotografía con apariencia de recién sacada de la cubeta de revelado, aún inestable, suspendida por la pinza del laboratorio. En la quinta fotografía de La Mirada Oblicua, la urbe convertida en un gran laboratorio a cielo abierto: fotográfico, epidemiológico, social y político.
La delicadeza de la proyección como un recordatorio de la fragilidad de la especie, de la necesidad universal de cuidado, tantas veces negada por nuestro modelo de sociedad. El acto político de esta presentación.
2 – Después de leer sobre el (Ir)real: fotografiar en 35mm imágenes digitales de archivo o de terceros (como los retratos de los padres con mascarillas), revelar, proyectar, volver a fotografiar. “Ir a lo real” –en las palabras de Graciela De Oliveria– aun bajo encierro domiciliario, ir a lo real aun cuando aparentemente vivimos en una ficción cinematográfica. Ir a lo real antes que los rayos del sol de la mañana nos destruyan.
Ya no habitamos nuestras ciudades (¿alguna vez fueron nuestras realmente?), ya somos solo espectros, reminiscencias de los lugares en los que solíamos andar. Nos proyectamos a esos vacíos, a colmarlos de nuestra presencia una vez más en un futuro que siempre parece lejano, pero en estas circunstancias aun más.
Nuestro lugar -o nuestro hogar- son la gente cercana, el círculo íntimo. Prohibido salir, pero no prohibido mirar. Nos quedamos en casa, en el hogar, pero habitamos en las imágenes de los demás o, a partir de las imágenes de los demás encontramos un hábitat, existimos, nos sentimos más reales y menos enclaustrados en los espacios que la inmovilización social nos obliga a ocupar.
Afuera está el mundo, afuera estan los míos y solo me quedan sus imágenes.